Jesús Yuste Bombín, de Itacyl, descarta los tópicos sobre la relación entre agua y viñedo en la primera jornada de la feria Agrotecnológica
El riego en el viñedo es una materia que admite pocas verdades absolutas, ya que no hay dos suelos ni dos viñas iguales. Tampoco existen dos enólogos con los mismos objetivos a la hora de elaborar vino.
Por eso hay que rechazar los tópicos sobre la relación entre el agua y el viñedo, como aquel que dice que el mejor vino procede de cepas de secano. Y es que la planta requiere agua para sobrevivir, pero también la uva la necesita para producir azúcar. Y el riego es un elemento de apoyo fundamental.
“No existe un criterio único de indicadores para el riego, ya que el aporte de agua debe obedecer a los objetivos de calidad perseguidos”, señala el investigador de Itacyl Jesús Yuste Bombín, que ha intervenido este martes en la feria Agrotecnológica.
Frente a los lugares comunes, conviene esgrimir algunas verdades objetivas. Como que a partir de la situación de cada parcela “se abre un abanico de posibilidades de gestión hídrica”.
Esa realidad cambiante tiene mucho que ver, por ejemplo, con la estructura del suelo y su capacidad para retener agua. “Si carece de ella, estas aguas de marzo no habrán servido de nada cuando haya pasado un mes”, subraya el investigador.
En su opinión, “hay una serie de elementos medibles que nos ofrecen información esencial para la gestión del riego en la agricultura”, pero en el caso del viñedo “hay un elemento que matiza esta herramienta fundamental: la calidad de la uva”.
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